¿Quieres ir a la luna o al pueblo de al lado?

Si quieres ir a la luna, necesitará un cohete SLS, el mayor y más potente de la historia de la exploración espacial, y toda la tecnología, presupuesto, especialistas y experiencia de la NASA. Si lo que necesitas es ir al pueblo de al lado, puedes hacerlo en un turismo. O en bici. Hasta puedes ir andando, si no está muy lejos…

Si quieres escuchar auténtica música medieval con los instrumentos reales, los que aparecen, por ejemplo, en el Pórtico de la Gloria de la catedral de Santiago de Compostela, entonces hay que encontrar un organistrum y un lutier que sepa tocarlo, o incluso fabricarlo. Pero si sólo quieres escuchar música, puedes sencillamente encender la radio o abrir spotify.

En este mundo nuestro de la comunicación, a veces parece que no hay sitio para las agencias pequeñas y generalistas, porque todo el mundo – ¿de verdad, todo el mundo? – busca mucho tamaño, gran potencia y superespecialización.

Y lo cierto es que hay sitio para todos. No necesitas un cohete SLS para ir al pueblo de al lado. Ni para ir a la provincia vecina. Ni siquiera para cruzar el océano. Y si sólo quieres escuchar música, así, en genérico, no tienes que buscar a uno de los – ¿tres, cuatro? – lutiers que saben tocar un organistrum y que tienen uno de estos instrumentos maravillosos o saben cómo hacer uno. Porque, además, obviamente, las diferentes opciones tienen precios muy distintos.

Ahí hay toda una panoplia de oferta, hay agencias de todos los tamaños, especializadas en determinados sectores, o generalistas, que pueden responder perfectamente a sus necesidades. Hay sitio para todos.

En no pocas ocasiones, el valor de los pequeños parece residir, sólo, en el dinero. Vamos, que cobran mucho más barato que las medianas y grandes, y se desloman por hacer el trabajo igual de bien. Pero pienso que hay otra característica muy importante para poner en valor ese trabajo: la capacidad de estar muy cerca del cliente, de llegar a conocer de verdad sus necesidades, de imbricarse perfectamente en su negocio para alcanzar una comunicación eficaz, potente, certera, coherente. 

Esa cercanía, ese trabajo a medida, casi artesano, tiene que ser parte del valor diferencial de los “pequeños”.

Eso sí, a veces el cliente quiere ir a la luna en bicicleta, o se empeña en llegar al pueblo de al lado en una cápsula espacial. Vamos, que a veces, el cliente realmente no sabe lo que necesita. Pero de eso, si les parece, hablamos otro día.

Juan Miguel Ramiro –Consultor senior

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